Hace unos años, cuando aún era joven e inexperto, una bonita sonrisa me convenció para que me abriese una cuenta en el Santander. Con un ingreso de 30 euros me llevé hasta una sudadera color rojo publicidad. Desde entonces hasta hoy no he vuelto a hacer ningún ingreso, pero a veces he tenido que recurrir a esos 30 € en momentos de crisis. Mi saldo actual, vergüenza me da, son 8,60 €. Así las cosas, y debido a la martilleante campaña publicitaria y de captación de clientes de tan aborrecible banco, recibo un par de llamadas mensuales diciendo que me han concedido una tarjeta de crédito. ¡Pero no habéis visto que soy el peor cliente que habéis tenido jamás! Les he pedido amable y groseramente que me borren de la dichosa lista de llamadas, les he dejado el móvil descolgado sin hacerles caso para que se gasten el dinero, me he hecho pasar por otra persona, pero al gremio de sudamericanas a quien el Santander contrata estos servicios nada les afecta. Tienen una tenacidad y una paciencia sin límites, aguantan mis exabruptos telefónicos como un árbol los orines caninos, y siempre, siempre, vuelven a llamar.
Esto es una aviso a todos los que tengan una cuenta en el Santander: no hay nada que hacer, repito, es inutil, no hay nada que hacer: D. xxxx, ¡Felicidades, acabamos de concederle una tarjeta de crédito!
domingo, diciembre 10, 2006
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1 comentario:
Me compadezco de ti. Yo también los sufro y la verdad que me ofrecen tarjetas con un crédito que no podría pagar en años. ¿En qué se basarán para asignar estos créditos? que en realidad son microcréditos pero con un interés superior al de cualquier mafia, los hay de hasta 18,9% como los de Bankinter).
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