jueves, diciembre 28, 2006

La espada de Damocles

Este temible título que da nombre al blog es una leyenda recogida por Cicerón. Al parecer Damocles era un pollo muy pelota. El tío, ya en el siglo IV a.C. estaba todo el día diciendo: "Dionisio, Dionisio, qué grande eres y qué fiestas montas y qué mujeres tan bellas hay en tus banquetes y qué poco te huelen los pies, etc" y "Cómo me gustaría a mí tener tanta pasta y poder como tienes tú" (lo pongo en cursiva porque son extractos literales de la obra Tusculanae Disputationes). El tal Dionisio II, un Siciliano de pro, estaba hasta los webs del Damocles éste: "Menudo tío brasas, es peor que un grano en el culo". Y no le faltaba razón. Así que, muy hábil él, le dijo: "A ver, tú, el de la cara de alelado que no para de zampar, ¡Ven aquí!". Allí fue Damocles, con un muslo de faisán en el bolsillo, y se llevó la sorpresa de su vida. Al día siguiente ocuparía el lugar de Dionisio en el banquete. Menuda suerte, pensó el pollo y no pegó ojo en toda la noche pensando en la moza a la que le iba a guiñar el ojo, los filetes de ñu que se iba a meter al cinto y lo que se iba a guardar en el tupper para comer la semana siguiente.
Se celebró el banquete y Damocles se puso las botas. Comió y bebió a placer, pero al final, cuando le entró la modorra después de comer y se echó en el sofá (cuando echan los Simpsons en la tele), vio que tenía, pendiendo sobre su cabeza, una espada colgando de un pelo de crin de caballo. Casi le da un soponcio, "pa'berme matao", declaró. Y dijo a Dionisio: "Mira, Dioni, que mejor te dejo este sofá a ti, que para mi almorrana es mejor el cojín anatómico que me ha recetado el alquimista".

La moraleja que nos quiso contar el bueno de Cicerón con esta historia es clara: Más vale banquete en una silla que sandwich en un sofá cama. Bueno, también puede que me haya cargado un poco de más el carajillo.

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