martes, enero 02, 2007
Tradiciones
Feliz año a todos. Espero que hayan tenido unas provechosas navidades. Personalmente, he dedicado todo el intelecto que he tenido disponible durante estos días en aprender cosas nuevas y puedo dar fe de que lo he conseguido. En primer lugar y como hallazgo mayor del pasado año, he descubierto que los españoles tenemos algunas tradiciones propias y resultan sorprendentes para algunos de nuestros vecinos Europeos. Estaréis pensando, ya está el brasas éste soltando el rollo de costumbre para despertar conciencias dormidas y úlceras cerradas. Pues podría ser perfectamente, pero no esta vez. Vinieron a visitarme unos amiguetes franceses (sí, tengo amigos, aunque haya que poner unos Pirineos de por medio) y descubrieron con sorpresa y admiración que los españoles nos ponemos a determinada hora el pijama y ya no lo soltamos hasta el día siguiente. Al parecer, en Francia casi nadie usa y les hace mucha gracia ver al adusto padre de familia, a la octogenaria abuela, a esa madre adicta a los tacos y a la mala leche y a todos los niños con su pijamita puesto a las 10 de la noche. Nunca había reparado en ello pero es cierto que la escena puede resultar tan tierna como ridícula y tan dulce como cómica, dados los tradicionales motivos en los que se recrean los diseñadores de pijamas. Pero mi perspicaz y avezada mente no se ha parado ahí y he descubierto unas cuantas tradiciones españolas que estamos exportando. El primer ejemplo son las 12 uvas de Nochevieja. Esta milenaria tradición española sólo tiene 97 años. A unos avispados catalanes con exceso de uva se les pasó por la cabeza crear una tradición y miren lo lejos que han llegado. Por suerte no cosechaban calabazas de 10 kilos. El belén también es una tradición puramente españolita y ya nos la copian en los alrededores. Pero sin duda, la mayor, la más admirada, de entre todas la suprema aportación española al bagaje cultural mundial es El Ratoncito Pérez. Nunca lo hubierais imaginado, ¿a qué no? Al menos yo no. Al parecer causa furor en medio mundo y especialmente en Japón. He oído que hay niños japoneses (sí, los mismo que siempre caían de cabeza en Vídeos de Primera) que se arrancan las muelas para pagarse la última consola. Parece que los centros comerciales admiten una dilatación máxima de la deuda a 32 meses. Algo que también puede que sea únicamente nuestro y que causa cierto estupor en Europa es la tradición de lanzar al suelo todos los residuos generados en una tasca al uso. Pero, ¿cómo se iba a enterar el camarero de que entra un nuevo cliente si no es por el chasquido de los mejillones al ser aplastados? Y luego dicen que no exportamos...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario