miércoles, diciembre 20, 2006

Calendarios

Llega la navidad y unos se ponen tristes, otros contentos y alguno se pone filántropo. También muchos se ponen en pelotas para hacer un calendario. Todos aquellas feministas reprimidas que ponían el grito en el cielo cuando entraban en un taller mecánico adornado con una playmate con gorro de Papá Noël, ven ahora superprogre salir en un calendario, o mejor aún, que salga el bombero de turno. Y las entiendo, es normal, ahora ya hay calendarios con hombres. Permitidme, por tanto, que rompa una lanza en favor de todos esos mecánicos, camioneros, electricistas y obreros de la construcción que durante años han abierto el camino del progreso y no se dejaron amedrentar en su día por comentarios facinerosos y ultraconservadores y que han mantenido sus principios, en forma de siliconosas rubias, por encima de todo. Desde aquí mi homenaje a todos esos amantes de la superlatividad de las formas, del tinte fácil, de la ropa escasa . A los quiosqueros confidentes, a todos esos fondos de cajón o altos del armario que albergaron fotos de hermosas mujeres. Porque ellos abrieron el camino que ahora seguimos todos, el camino del progreso, de la desnudez.

Algunos, tímidos aún, disfrazan sus desnudas apariciones en almanaques bajo el escudo de una causa justa. ¿Y que hay más justo que el reconocimiento popular de los atributos particulares? ¿Qué más justo que la recaudación para un viaje a Cuba o la extra de Navidad?

Sirva este texto como tributo a Playboy, a Pirelli y a tantos y tantos luchadores por el progresismo, la libertad y la pluralidad; porque nunca cejaron en su empeño y de ellos es la victoria. Amén.

2 comentarios:

Joan dijo...

¡¡¡¡Soberbio!!!!

Por extensión, vivan también los calvos (y no me refiero a los alopécicos, el nudismo y el cuerpo humano en general.

alter ego dijo...

De los pecados capitales, la soberbia es el primero de todos. Lo llevo en el nick.

Estoy contigo en que a los calvos también hay que dejarlos vivir, a los velludos de nalgas y a los de cabeza reluciente. Sin duda, los lapones nudistas se lo merecen más que nadie.
Y que viva también el cuerpo humano en general (aunque la mayoría espero no verlos), y en particular el de las mujeres bonitas, los zapatos de tacón y los vestidos de noche.