No hay duda de que cumplir años no es tarea fácil. Y tener más de 70 nunca fue ni sencillo ni inmediato. Sin embargo, tener más de 70 puede ser una consecuencia del tiempo o una profesión. ¿Qué? Sí una profesión. Tras un exhaustivo análisis de este colectivo he descubierto un buen número de ellos que son profesionales de la jubilación, de la vejez y del anualismo. Atención porque este es un documento inédito y de investigación que destapará las maniobras y organización de este secreto grupo.
El abuelo profesional es cascarrabias, tiene una salud de hierro pero siempre se está quejando de sus dolencias. Se levanta tempranísimo, nadie sabe por qué (yo sí). A primera hora, mientras la familia duerme, la red de abuelos planifica milimétricamente el día y se pone en contacto con el resto de abuelos del vecindario. Poco después del amanecer, se puede observar a los primeros miembros de esta organización salir a las calles, sin rumbo aparente. Acechan la llegada del camión de reparto y zas! Cogen el primer periódico gratuito de la mañana. Gratis es el leitmotiv que mueve a esta organización. Son capaces de hacer colas durante horas para obtener algo gratis y que además carezca de valor. De hecho, son profesionales de las colas.
Cuando se encuentran dos miembros de la organización en la vía pública aprovechan para transmitirse mensajes cifrados del estilo de: “qué pasa Aurelio!”, “vengo del médico y me ha dado otras pastillas”, “la ciática me está atacando”, “la parienta se cayó el otro día y se ha roto la cadera”, “la tensión un poco alta, pero bien, tirando”…
Otras organizaciones les pagan para hacer bulto y molestar. Frecuentan supermercados y grandes almacenes, pero sin duda son especialistas en el pequeño supermercado, el que sólo tiene una cajera y donde pueden obstruir convenientemente el tráfico. Los pueden reconocer porque bajan al supermercado una media de 5 veces al día, nunca gastan más de 3 euros en cada operación de blanqueo del dinero de la jubilación (para no llamar la atención). Conocen a todos los trabajadores del local e intentan por todos los medios mantener una conversación con ellos. Generalmente es siempre la misma, 5 veces al día, 6 días a la semana.
Pero el día en el que se frotan las manos es el sábado. Una marabunta de trabajadores se levanta hambrienta en busca de víveres en el supermercado más cercano. Los abuelos, sabedores de esta necesidad, bloquean los pasillos del recinto con carros cruzados y alambradas de cestas. Apostan a sus mejores hombres, los más gordos, en los pasillos más estrechos. Entretienen a los empleados de los puestos de carne y quesos con todo tipo de preguntas sobre la procedencia, calidad, composición y comentarios acerca del producto que no van a comprar. A veces se alían con sus nietos, los reconocerán por ser individuos bajitos y que suelen portar artilugios peligrosos como espadas, bicicletas y bolsas de gominolas. Su especialidad es tirar productos delante de ti y mirarte con cara acusadora.
Sin duda el punto álgido se encuentra en la cola para pagar. Reconocen a los más débiles (jóvenes de entre15 y 25 años) e intentar colarse haciendo como si no te hubiesen visto. ¡Es imposible que no me hayas visto! Piensas tú. Pero ellos se intercalan haciendo como si mirasen algo de la estantería. Si les dices algo, primero te harán creer que padecen de sordera. Si insistes, se girarán con la agilidad de un hipopótamo, haciéndote sentir como si les estuvieses rompiendo la espalda por el esfuerzo. Después te mirarán como el que ve un extraterrestre y no dirán nada, como si hablases un idioma que no comprenden. Si tienes ánimo y valor para insistir, saldrán con que esta juventud ya no tiene consideración y blablabla a un todo no suficientemente alto como para ser el objetivo de las miradas acusadoras del resto de la cola del super. Acabarás dándole las gracias a la señora por haberse colado y ayudándole a meter las cosas en la bolsa.
Propongo que se legisle para proteger a los individuos de bien de esta peligrosa organización. Están en todos los ecosistemas, pero son especialmente peligrosos en la ciudad. Tengan los ojos bien abiertos y protéjanse.
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1 comentario:
tu comentario de gracias mama por visitarme, me hizo reir mucho.....
con relacion a tu articulo, pienso que la profesion de vivir deberia verse mas a menudo por nuestro munod, vivir sin prisa pero sin calma, vivir para ser felices, y no por hacer feliz al mundo ....
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