viernes, noviembre 24, 2006

Azar

¿Y si el azar no existe?

El azar puede entenderse como incertidumbre, y lo que elimina la incertidumbre es la información. La información es conocimiento, organización.

Podemos estar durante años viviendo en una supuesta certeza: el sol saldrá mañana, el despertador sonará puntual, las tostadas se me quemarán, iré a trabajar, mi mujer me dará un beso al llegar a casa.

Un día te despiertas, abres bien los ojos pero todo está oscuro. Está muy nublado y, maldita sea, la corriente eléctrica se fue durante la noche y el despertador no ha sonado esta mañana. No llegas a hacerte las tostadas, no te da tiempo y llegas con la lengua fuera y la corbata mal puesta al trabajo. Resulta que tu jefe está esperándote y te invita a pasar a su despacho, donde te dice que la empresa va mal y como tú eres de los últimos en llegar... Ese día vuelves a casa antes de tiempo y descubres que tu mujer no sólo te besa a ti al llegar a casa.

Suponemos que aunque alguna cosa vaya mal un día, otra irá bien y no fallarán todas a la vez, que los sucesos están incorrelacionados. Pero eso puede ser únicamente falta de información. Si supiéramos más, si lo supiéramos todo, tal vez no existiría el azar y no viviríamos en certezas imaginarias. Veríamos el fino y resistente hilo que une las supuestas casualidades convirtiéndolas en causalidades y dotando a los acontecimientos de un por qué. Las señales son frecuentemente claras y sólo nuestra apatía por la verdad nos impide ver nuestras vidas en el espejo hasta que un día nos topamos cara a cara con nuestra realidad y todos nuestros supuestos empiezan a diluirse en la incertidumbre, camino de otra certeza diferente.
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, puede ser mirado de las dos formas. Vivir en la ignorancia de "ese hilo" que conecta todos los acontecimientos de nuestra vida puede conducirnos:

- a pensar un día que alguien nos ha echado un mal de ojo y nos sucede todo lo malo que puede pasar (Murphy, te odioooo!).

- a sorprendernos, maravillarnos y no perder la ilusión, que con cada mañana empieza nuestra vida de nuevo: un campo abierto, que no sabemos qué nos deparará... Por mucho que refunfuñemos porque se nos ha escapado el metro o el autobús, quizás ese día, por ese pequeño inconveniente, encontremos a ese viejo amigo que hacía tanto que no veíamos.


El problema de la incertidumbre surge cuando queremos controlarlo todo... y de antemano. Y eso, tristemente, eso no es vivir.

alter ego dijo...

Aplicando un poco de conocimiento de otro ámbito, creo que podríamos aplicar dos formas exitosas de vivir en un ambiente en el que "por suerte" no todo sucede por azar. El primero es predecir y el segundo es subirse al tren en marcha cuando veas que pasa por delante de tí. En ambos casos es preciso adaptarse y cambiar. Be water my friend!