La publicidad es fascinante. Ingenuo de mí, pensaba: alguien que tiene un buen producto desea darlo a conocer. De este modo, los inteligentes consumidores se convencerán al comparar las ventajas de dicho producto respecto a la competencia.
Sin embargo, son pocos los anuncios que hablan de las ventajas de un producto frente a otros. Pocas empresas tienen narices de entrar en una guerra abierta en la que se pueda comparar su producto con el resto. Me imagino que se debe a que nadie tiene productos que cree mejores que los demás.
Partiendo de esta hipótesis, las opciones que quedan son pocas, pero se encargan de exprimirlas. La primera es dar la brasa impenitentemente hasta que algo nos suene (por algún motivo poco racional eso hace que compremos el producto en vez de quemarlo en una hoguera pública). Otra opción es que nos hagan gracia. Un intento común es el de despiertar nuestros instintos sexuales, véanse todos los anuncios de perfumes, relojes, champús... El tema del sexo está muy relacionado con el de alcanzar una vida mejor. En multitud de anuncios publicitarios se propone de forma directa o indirecta que cierta marca o producto hará cambiar nuestra miserable vida.
¡Hay que joderse! Es sorprendente, por no decir cómico, cómo quieren que asociemos un perfume con tirarnos a la tía más buena del lugar (caso masculino), o ser la más glamourosa de la fiesta (caso femenino). Cómo un coche hará que todo el mundo gire la cabeza. En definitiva, -el éxito social, que nunca serías capaz de conseguir por tu valía personal, lo puedes conseguir con el jersey de la marca X. Piltrafilla, nunca vas a tener estilo (el término clase ya no es políticamente correcto) o estar a la última si no te pones el colgante, el reloj y las zapatillas de Fernando Alonso-.
Hay champús que ¿te producirán un orgasmo? También hay créditos de 3000 euros al 24%, otrora llamado usura. Hay ETTs que te ofrecen el trabajo de tus sueños, me diréis que no es cachondo el tema. El ejército lo venden como una ONG y ahora los bancos quieren ser tu amigo. Serán mamones, ya verás, en cuanto dejes de pagar un mes la hipoteca para la cuál trabajas seis de cada ocho horas vas a tenerlos colgados de la chepa día y noche.
Lo jodido es que además nos creemos todo lo que nos dicen (venden).
Sin embargo, son pocos los anuncios que hablan de las ventajas de un producto frente a otros. Pocas empresas tienen narices de entrar en una guerra abierta en la que se pueda comparar su producto con el resto. Me imagino que se debe a que nadie tiene productos que cree mejores que los demás.
Partiendo de esta hipótesis, las opciones que quedan son pocas, pero se encargan de exprimirlas. La primera es dar la brasa impenitentemente hasta que algo nos suene (por algún motivo poco racional eso hace que compremos el producto en vez de quemarlo en una hoguera pública). Otra opción es que nos hagan gracia. Un intento común es el de despiertar nuestros instintos sexuales, véanse todos los anuncios de perfumes, relojes, champús... El tema del sexo está muy relacionado con el de alcanzar una vida mejor. En multitud de anuncios publicitarios se propone de forma directa o indirecta que cierta marca o producto hará cambiar nuestra miserable vida.
¡Hay que joderse! Es sorprendente, por no decir cómico, cómo quieren que asociemos un perfume con tirarnos a la tía más buena del lugar (caso masculino), o ser la más glamourosa de la fiesta (caso femenino). Cómo un coche hará que todo el mundo gire la cabeza. En definitiva, -el éxito social, que nunca serías capaz de conseguir por tu valía personal, lo puedes conseguir con el jersey de la marca X. Piltrafilla, nunca vas a tener estilo (el término clase ya no es políticamente correcto) o estar a la última si no te pones el colgante, el reloj y las zapatillas de Fernando Alonso-.
Hay champús que ¿te producirán un orgasmo? También hay créditos de 3000 euros al 24%, otrora llamado usura. Hay ETTs que te ofrecen el trabajo de tus sueños, me diréis que no es cachondo el tema. El ejército lo venden como una ONG y ahora los bancos quieren ser tu amigo. Serán mamones, ya verás, en cuanto dejes de pagar un mes la hipoteca para la cuál trabajas seis de cada ocho horas vas a tenerlos colgados de la chepa día y noche.
Lo jodido es que además nos creemos todo lo que nos dicen (venden).
1 comentario:
Se oye por ahí que el futuro del marketing es la publicidad personalizada. Se estudia poner sensores por todas partes (en la calle, en la tele) de manera que sepan tu estado de ánimo y demás chorradillas para entonces ofrecerte el producto que necesitas en ese preciso momento.
Ya ni siquiera se va a poder llorar a moco tendido viendo esa peli que nos pone los pelos como escarpias... Tendremos un amable anuncio de por medio con ofertas de vacaciones para alegrarnos el día o, quién sabe, un vendedor de pañuelos de papel. ¿Lo relacionarán también esto con el éxito social y la felicidad sexual?
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