martes, agosto 28, 2007

Hospitalidad

Existen aún lugares donde se agasaja al viajero. Donde las visitas se aprecian como un regalo que precisa una deslumbrante contrapartida. Hay casas donde te sientan a la mesa con toda la familia, donde eres uno más, pero ese día es fiesta.

Llegas cansado, tras un camino largo, una larga ausencia, pero el afecto sigue siendo el mismo. El tiempo se congeló el día que saliste de allí y hoy vuelve a funcionar. Tú respondes como puedes. Cuentas algo de tu vida, que escuchan con atención. Como en otro tiempo, en otros lugares, donde las noticias las traía el viajero. Las grandes historias llegaban por los caminos o carreteras. Cuando las novedades hacían soñar con lugares lejanos.

La gente se disputa tu compañía, un sitio junto a ellos en la mesa. Y tú, insignificante, te sientes importante. Parte de una gran familia.

Corre el vino y las palabras, comas lo que comas nunca es suficiente a sus ojos. Siempre te ofrecen permanecer más tiempo, contarles más cosas, acompañarles más.

Y tendrán luego su vida, que seguramente es muy distinta a la tuya y la mía, pero demuestran, en cuanto llegas, que hay cosas que hacen muy bien. Llevan la generosidad a su extremo, con los que están cerca de ti.

Porque ahí radica todo: generosidad. Esa palabra que sólo se oye cuando hay una catástrofe, donde tú das dinero y los bancos se quedan la mitad, por el servicio. Y es una de esas palabras, sin embargo, que hacen hermoso todo lo que tocan.

10 comentarios:

e-catarsis dijo...

Lugares con las puertas de las casas abiertas y las sillas en la calle para que se siente todo el que lo desee, sí...me suena eso
Resulta tremenda la incomunicación en una gran ciudad llena de gente y tremendo el anonimato de los vecinos de un edificio, por contra están estos lugares de los que hablas en los que te das cuenta lo que de verdad es importante
Saludos Alter
:)

alter ego dijo...

Y me pregunto qué es lo que hace que la gente sea tan poco amigable ( en general) en las ciudades. Hay una especie de recelo hacia los demás. Todos son presuntamente culpables de algo. Supongo que será una especie de instinto de supervivencia que nos obliga a desconfiar de los desconocidos. Una auténtica pena.

e-catarsis dijo...

Pues no lo sé porque la desconfianza puede hacerte que no le ofrezcas tu casa a los desconocidos ( y en cierta manera pues puede ser comprensible) pero la mala educación no tiene argumentos y te puedo decir que hay veces que ni buenos días...es increible.

Anónimo dijo...

Supongo que hablas de los pueblos. Nunca tuve uno así que tampoco lo echo de menos, pero sí, supongo que debe ser bonito sentirse arropado,es como "llegar a alguna parte en algún lugar".
En las ciudades eso no existe, básicamente porque hay demasiada gente y desconocida, con lo que la confianza no puede ser precisamente el punto fuerte.

Sin embargo recuerdo algo parecido en mi barrio, fuimos la última generación que jugó en esa calle a pesar de los coches ( había menos eso sí) y conocíamos a los vecinos. Nos hicimos mayores y no salieron más críos...Tiempos aquellos.

Salud.

Luci dijo...

alter ego?

ajajajaja

Qué casualidad.¡Joaquín Sabina!
(tendrá que pagarme por todo el acoso moral que me causó el miserable)


Tu blog y mi blog tienen el mismo único y espectacular diseño.

http://premioparalucia.blogspot.com
Estás invitad@.

Luci dijo...

alter ego?

ajajajaja

Qué casualidad.¡Joaquín Sabina!
(tendrá que pagarme por todo el acoso moral que me causó el miserable)


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Estás invitad@.

Joan dijo...

En mi trabajo muchas veces me muevo por los pueblos mallorquines entrevistando personas mayores. Lógicamente hay bordes y gilipollas, pero son la minoría. El 90% me invita a comer en su casa, con su familia y me trata como si fuera parte del grupo. Tampoco hay que acoger a todo el mundo que pase por la calle, pero la hospitalidad, el civismo y la buena educación son conductas que valoro y que no se suelen dar con frecuencia en las ciudades.

Jezabel dijo...

Qué envidia me dais :). En Valladolid hay tanta cantidad de gilipollas que si cada uno me diera un euro podría comprarme las Malvinas.

e-catarsis dijo...

...algo pasa con Alter...
:(

Joan dijo...

Eeeeeeeeeeeooooooooooooooo