Hace unas décadas, cuando algún familiar moría, en especial si era un padre o una madre había una época de luto que podía durar incluso varios años, dependiendo del lugar de España donde sucediese. Esto obligaba a no salir de casa más que para lo estrictamente necesario, no ir a fiestas, no hablar con personas de otro sexo y en muchos casos servía para amargar la infancia y la adolescencia de muchas personas.
A día de hoy esto nos parece no sólo descabellado sino desmedido y me alegro por ello. No obstante, seguimos sin hablar prácticamente nada de la muerte y para muchas personas sigue siendo un tabú o algo que da mal fario. Aunque todos podamos entender lógicamente que es parte de nuestro proceso natural, poco o nada queremos saber de ella.
De hecho, a día de hoy, muchas personas que han perdido a alguien cercano se ven sometidos a cierta presión por parte de la sociedad o de quienes les rodean para que emprendan camino de nuevo, que no se detengan y que rehagan su vida rápidamente. No están bien vistas las épocas de duelo, parece que todos tenemos que superar la muerte de las personas que queremos de forma inmediata.
¿Por qué no tomarnos esto con más tranquilidad?, con tiempo para la reflexión, para entender lo que ha significado esa persona que se va en nuestras vidas, como va a afectar su ausencia en nuestro futuro y como nos sentimos al respecto. Es necesario un tiempo para honrar la memoria de quienes nos dejan, de sentir y expresar nuestro dolor para poder realmente superarlo.
Ánimo María!
viernes, julio 28, 2006
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