martes, marzo 24, 2009

Libertad

En algún sitio he leído que la libertad es una aspiración lícita de cualquier persona y cualquier pueblo. De eso no tengo mucha idea. 

Tampoco del resto de cosas, pero tengo la sensación de que la libertad, es decir, la posibilidad de elegir de entre un conjunto de opciones no genera especial felicidad. Cuando sólo se tiene un camino para llegar a la meta, uno hace lo que puede para ir más rápido o más lento, pero no alberga demasiadas dudas. 

No deja de ser cachondo el título de este cuadro: “La libertad guiando al pueblo”



Sin embargo, las situaciones reales suelen tener dos características interesantes. La meta no es única (a veces ni siquiera conocida) y los caminos para llegar a ellas son diversos. La única forma de conocer cuál es el mejor camino es recorrerlo entero y descubrir la satisfacción que produce esa meta. Pero eso impide necesariamente recorrer el resto y conocer sus goces asociados. 

Si fuésemos partículas elementales (qué grande el libro de Michel Houellebecq) podríamos recorrer todos los caminos con cierta probabilidad pero igualmente esa combinación de caminos es a su vez uno nuevo, una instancia de las infinitas posibles combinaciones. 

Disfrutar el momento, cada paso del camino dicen que es una buena opción, pero puede hacer que te entretengas y nunca llegues a la meta. Tener un objetivo claro, una meta nítidamente definida puede impedir que disfrutes del proceso que te lleva a ella. Por otro lado siempre hay sucesos aleatorios que modifican  constantemente la vía por la que circulas. 

Supongamos que alguien nos dice cuál es la mejor meta posible y el mejor camino para llegar a ella. Parece un ejemplo más favorable. El hecho de que alguien nos lo diga podría restarle atractivo. Al llegar a la meta podríamos querer además otra meta, ser los primeros en tener dos metas. ¿Por qué no? 

¿Entonces el problema es la ambición? Eliminemos la ambición, las necesidades. Rollo budista. Adiós a las expectativas. Si no esperas nada, nada te decepcionará. Pero para lograr eliminar los sentimientos de infelicidad, también suele ser necesario abolir los de alegría. El nirvana, la monotonía absoluta, ¿es esa la mejor opción?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿y si el problema no tiene solución?

alter ego dijo...

Creo que hay ejemplos de gente que tiene sus soluciones particulares. Lo que probablemente no exista es una solución única

Anónimo dijo...

Ya por rizar el rizo... Y cuando a veces creemos que hemos conseguido llegar a una solución... ¿no puede ser que simplemente nos estemos autoengañando porque así nos sentimos mejor? Los intrincados mecanismos de la mente humana...